
¿Sabes acaso, que allá no vales nada? Mirar a tus ojos y pensar en un eterno azul; Acariciar con lágrimas tu rostro O dar vuelta al mundo, en busca de tu tibia piel O simplemente agonizar entre tus cabellos.
En la nada he visto una dulce alma que al cerrar mis ojos, aviva el fuego el fuego que da vida al corazón.
Trazando un camino felino en cuyos taciturnos ojos pierdo el alma mía.
Naufraguemos juntos en esa nada que enfría tu alma y vertamos la última gota de pasión que anida en nuestros lagrimales impuros.